"Este es mi cuerpo -afirmó, hace ya dos mil años-. Esta es mi sangre." Era la única religión que ofrecía exactamente lo que prometía: la vida eterna para todos sus adeptos. Aún quedamos vivos algunos cuantos para recordarle. Algunos afirman que fue un mesías, y otros piensan que tan solo fue un hombre con poderes muy especiales. Pero esa no es la cuestión. Fuera quien fuese, lo cierto es que cambió el mundo.