Mi abuelo no quería celebrar su cumpleaños. Dijo que no, que no y que no. Mi madre le decía: -Pero papá, ochenta años no se cumplen todos los días. -Gracias a Dios -dijo mi abuelo-. Solo faltaba que ese disgusto se lo dieran a uno cada dos por tres. -¡Sí, abuelo! Nosotros te lo preparamos, invitas a tus amigos, compramos una piñata... -ya me lo estaba imaginando.
“Solo” es una palabra llana terminada en vocal. Por tanto, en principio y atendiendo a su fonética, no debería llevar acento. El acento que ocasionalmente lleva cumple una función diacrítica: es para diferenciar entre su uso como adjetivo o como adverbio (siendo este último el que lleva tilde). Es decir, “solo” solo lleva tilde cuando su significado es ambiguo y no está claro si es adverbio o adjetivo. Cuando está claro que es un adverbio o un adjetivo, no lleva acento. Al menos, así era hasta 2008, cuando la RAE decidió que la tilde diacrítica en “solo” es innecesaria (ya que las situaciones de ambigüedad son raras y siempre se puede diferenciar con el uso de “solamente”) y adoptó la postura de recomendar el desistimiento de su uso. Por tanto, “solo” no debería llevar acento en ninguna ocasión hoy en día. Pero, puesto a llevarla, debería ser en situaciones de ambigüedad.