Pido el divorcio deste viejo aquí presente porque no puedo sufrir sus impertinencias, ni estar de continuo atenta a curar todas sus enfermedades, que son sin número, y no me criaron a mí mis padres para ser hospitalera ni enfermera. Vuesa merced, señor juez, me descase, si no quiere que me ahorque; mire, mire los surcos que tengo por este rostro, de las lágrimas que derramo cada día, por verme casada con esta anatomía.