Es una sensación de paz, de pertenencia a una totalidad que da sentido a lo que nos ocurre, en la que puedes confiar y a la que agradeces en todo momento donde estás. No se puede razonar, solo se puede experimentar. Es como dar un gran salto al vacío para romper con todos los prejuicios, creencias y apegos que han condicionado tu vida. Los que viven en la suela del zapato te rebatirán, argumentarán racionalmente, te juzgarán, pero una vez que has conocido ese estado ya no quieres volver atrás.