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Alan Watts
never stop learning

hyper_typer
this makes me feel like i'm having a stroke

Serena Federer
That is not true

Kurt Vonnegut
That's kind of tragic, I feel bad for yeast now :(

"Someone's Poetry"
nice !

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user263053's คำคม

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Anónimo
Se levantó sudando de la cama, eran las cinco de la mañana y todavía no había amanecido, ni se vistió siquiera, bajó a la calle en pijama. Desde la ventana le vi perderse entre las calles, corría y corría desesperadamente, como si algo le persiguiera, no pude ver lo que era.

Anónimo
No era la primera vez que sentía pánico. De hecho, el miedo era un compañero habitual en su vida, un miedo constante, irracional y posesivo. Miedo no a la muerte sino a la vida, miedo al llanto y a la risa, miedo al día y a la noche, miedo al miedo.

Anónimo
El corazón se le salía por la boca y el resuello la abandonaba. Llegó al portal, metió la llave con cautela y entró. No había nadie. En ese momento sonó el teléfono, era su hija, que le dijo que cuando su padre la iba a recoger del colegio tuvo un accidente de tráfico y acababa de morir tras terribles convulsiones.

Anónimo
Al lado, se encontraba la enorme escultura de un payaso realizada en un descolorido material que Cristina tampoco pudo reconocer. Sorprendida, reparó en la falta de nariz tan significativa en todos los payasos.

Anónimo
Cristina decidió, sobre la marcha, hacer pellas. Sus 12 años eran suficientes para decidir lo que quería hacer y en ese momento la clase de inglés le pareció poco atrayente. El día anterior había visto un circo instalado a la entrada de la ciudad, en un lugar lo suficientemente lejano para que nadie la descubriera.

Anónimo
Algo o alguien me obligó a acercarme un poco más. El olor. Un automóvil en llamas. El árbol herido en su rugoso vientre. La sangre, mi sangre. Y la nota. Entonces, en ese momento, comprendí. Giré instintivamente la cabeza a mi derecha, y un fuerte temblor sacudió todo mi nuevo ser.

Anónimo
Después de abandonar mi cuerpo, sentí unos irresistibles deseos de volverme y mirar atrás. Allí, difuminada por la intensa niebla y sobre el asfalto mojado, se encontraba la silueta de lo que parecía ser mi anterior yo. No había duda. Ninguna otra posibilidad: estaba muerto.

Anónimo
Allí delante se configuraba una figura, de apariencia humana pero origen desconocido. Cuando abrió los ojos la vio de nuevo: la sombra nacida de materia intangible estaba ante él: vestida de fuego, ojos llameantes, insoportable mirada roja, sangrienta. Volvía a enfrentarse a la muerte, pero ahora se entregaría a ella.

Anónimo
La niebla, impregnada de aquella luminosidad extraña, a ras de suelo, empezó a arremolinarse y parecía cobrar vida, ascendiendo alrededor de él, que seguía arrodillado en el suelo, con los brazos cruzados y la cabeza baja.

Anónimo
Esos cantos tétricos, cada vez más insoportables en medio del bosque, en medio de la lluvia, en medio de la espesa vegetación por la que sin embargo se filtraba la tenebrosa luz, hicieron que con las fuerzas que no tenía soltara un último grito de desesperación, de angustia.

Anónimo
Allí, perdido, apenas era consciente de que se estaba poniendo el sol, pero con ello justificaba la luminosidad extraña que parecía surgir de un infierno subterráneo. Pero de repente empezaron a sonar aquellas voces que ya le resultaban familiares, aunque no podía identificar si provenían de su cabeza o de la misma esfera de aquella luz tan indefinible.

Anónimo
Llovía. Y en medio del bosque la lluvia intensa provocaba la niebla más espesa que jamás había visto. Pero en ese momento solo podía notar que temblaba, y que sus dedos se clavaban sin poder evitarlo en sus brazos cruzados, agarrados fuertemente por instinto.

Anónimo
No pude gritar, mi última mirada fue para observar una pierna desgarrada entre sus dientes, y la nada. Entonces desperté, palpé las sábanas, una carcajada seca y absurda rompió mi noche.

Anónimo
Súbitamente desapareció en el fondo de la bahía, sin duda para embestirme desde abajo. Primero fue un terrible costalazo. Luego se asomó para mostrarme sus nueve hileras de colmillos blancos, sus ojos apagados, sin odio ni crueldad, como los de quien ejecuta una rutina.

Anónimo
Yo no encontraba salida. Hubiese querido no saber que mis nervios lo atraerían más a mí, que las vibraciones de mi cuerpo enardecerían su instinto, que mis chapoteos le avisarían de estar ante una presa fácil.

Anónimo
Ahí estaba, enorme. Solos él y yo, él como experto depredador, en su terreno, yo como usurpadora, violando sus dominios. Me rodeaba, tan pronto lo tenía delante como detrás, inspeccionaba a su víctima con serenidad maldita.

Anónimo
Se situó ante mí repentinamente. No era posible. Apenas un segundo antes la aleta del escualo distaba a más de veinte metros. Ahora lo tenía delante, sin poder esquivar su voracidad. Las risas de mis compañeras se esfumaron con el atardecer, y como si hubiesen robado dos horas al tiempo, se hizo noche cerrada.

Anónimo
Al otro lado, paredes rosas, deformes, que inundaban su cuerpo. Él la observaba desde arriba, mientras millones de recuerdos retumbaban en sus oídos. Sola ante el espejo, recorriendo con sus dedos cada una de las arrugas que le hacían recordar todo aquello que su mente había tapado.

Anónimo
La angustia la rodeaba... Él estaba allí otra vez. Lo sabía, no era posible, ella solo quería olvidarlo, olvidar todo aquello, pero él lo había conseguido. De nuevo dominaba su espacio.

Anónimo
Pequeñas lágrimas de dolor recorrían sus mejillas, cayendo al suelo, mojando sus pies desnudos. Otra vez estaba allí. Silencio. Solamente la voz del viento gimiendo llegaba a sus oídos.