Al otro día, un sol magnífico hizo desaparecer las ligeras capas de hielo que aún quedaban sobre las aguas, y el aire cálido se impregnó de los vapores emanados de la tierra vivificada. La hierba antigua tomó al punto verdes tintes; la nueva comenzó a brotar en forma de pequeñas agujas; los botones de los abedules y de otras plantas se llenaron de savia, y en sus ramas, bañadas por el sol, los enjambres de abejas se precipitaron zumbando.