En realidad, a uno no le gobierna en modo alguno la mente. Lo que la mente revela es una corriente interminable de opciones, todas ellas disfrazadas en la forma de recuerdos, fantasías, temores, conceptos, etc. Para liberarse del dominio de la mente, solo hay que darse cuenta de que su desfile de temas no más que un autoservicio arbitrario de opciones que pasan a través de la pantalla de la mente.