Cierra la puerta del galpón. Va a la casa. Se desnuda y se mete en la ducha. Podría venderla y sacarse el problema de encima. Podría criarla, inseminarla, empezar con un lote pequeño de cabezas, independizarse del frigorífico. Podría escapar, dejar todo, abandonar al padre, a su mujer, al niño muerto, a la cuna que espera ser destrozada.