Hace mucho que han muerto todos sus herederos, lo que significa que, a falta de una drástica conmoción política, el poder ha descendido efectivamente un par de peldaños de la escalera jerárquica, y ahora parece ostentarlo una corporación que solía obrar simplemente como consejera del Emperador: una asamblea gubernamental electa, encabezada por un presidente elegido por tal asamblea. En realidad, no reside en dicho lugar.