La descripción de un joven Caracalla respetuoso y amable contrasta con la que recibe más tarde como emperador. Ya en las fuentes antiguas existe cierta confusión con respecto al verdadero carácter del emperador. Se afirma que de niño era alegre, comprensivo y afable, pero que posteriormente adoptó las típicas actitudes de un tirano: enérgico, vengativo, orgulloso, violento.