Y luego hubo la extraordinaria influencia que ejerció sobre mí el Budismo. Me enseñó a ver: hay entonces una actitud religiosa que se produce sin Dios. Cuando conocí el Budismo -eso fue alrededor de 1926-, constituyó para mí una de las grandes experiencias vitales. He seguido manteniendo hasta hoy mi interés por el Budismo. Lo enriquecí luego con el estudio del Budismo Zen, sobre todo con el Dr. Suzuki, pero también a través de múltiples lecturas.