-Se ha ido -suspiró la Rata, hundiéndose de nuevo en su asiento-. ¡Tan hermoso, y extraño, y nuevo! Para que acabara tan pronto, casi hubiera preferido no oírlo. Porque ha despertado en mí un anhelo casi doloroso, y nada vale la pena, excepto oír de nuevo aquel sonido, y seguir oyéndolo para siempre. ¡No! ¡Ahí está otra vez! -gritó irguiéndose de nuevo.