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J.K. Rowling
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CheesyButDepresive
Muchos jóvenes hoy en día les gusta probar drogas que les hacen daño a su cuerpo y mente. La mayoría de esas sustancias son materiales, compuestos químicos que causan adicción, pero también existe una droga natural a la que mucha gente joven se vuelve adicta, la cual es el llorar. Llorar siempre a sido muy buena forma de descargarse de sus penas y aliviarse, pero muchos jóvenes se vuelven adictos a llorar, simplemente para llamar la atención, o liberarse de problemas que no quieren solucionar.

J.R.R Tolkien - LA CABALGATA DE LOS ROHIRRIM
Pero en ese mismo instante hubo un resplandor, como si un rayo hubiese salido de las entrañas mismas de la tierra, bajo la ciudad. Durante un segundo vieron la forma incandescente, enceguecedora y lejana en blanco y negro, y la torre más alta resplandeció como una aguja rutilante; y un momento después, cuando volvió a cerrarse la oscuridad, un trueno ensordecedor y prolongado llegó desde los campos.

https://www.clarin.com/sociedad/palabras-mas-usadas-espanol-comunes-frecuentes-diccionario-real_academia_espanola_0_ByLqjSFvmg.html - palabras más frecuentes
De la que el en y a los se del las un por con no una su para es al lo como más o pero sus le ha me si sin sobre este ya entre cuando todo esta ser son dos también fue había era muy años hasta desde está.

Mary Karr - El club de los mentirosos
La noche en que el sheriff vino a nuestra casa, declararon que mi madre estaba mal de los nervios, con carácter más o menos permanente, yo aún no comprendía del todo el alcance de esas palabras. Sentía apenas ese pánico impreciso que te cierra la boca del estómago cuando no ves a tus padres por ninguna parte y ni siquiera sabes quién va a encargarse de ti ni dónde acabarás pasando la noche.

Roald Dahl - El gran cambiazo
Seguidamente me dijo que era el principal mezclador de perfumes de una de las grandes modistas de la ciudad. Y, poniéndose un dedo en la punta de su peluda probóscide, dijo que, probablemente, su nariz se parecía a cualquier otra nariz, ¿no? Me dieron ganas de decirle que por sus orificios salía más pelo que trigo crece en las praderas y de preguntarle por qué no le decía al barbero que se lo recortase, pero en vez de ello le confesé cortésmente que no veía nada extraño en ella.

Roald Dahl - El gran cambiazo
Mira -dijo él, inclinándose sobre la mesa y acariciándole la mano izquierda con la punta de un dedo-. Cuando te conocí en la escuela superior, yo era demasiado joven y tímido para hacerte una proposición semejante, pese a que tenía muchas ganas de hacértela. De todos modos, por aquel entonces no tenía ninguna prisa. Me figuraba que teníamos toda una vida por delante. No podía imaginarme que fueses a dejarme.

Roald Dahl - El gran cambiazo
Anna fue a Dallas en un avión que salió de Nueva York muy temprano y llegó antes de la hora de desayunar. Después de registrarse en el hotel se pasó las ocho horas siguientes con las personas interesadas en el asunto, y, cuando hubo hecho todo lo que podía hacer aquel día, ya eran cerca de las cuatro y media de la tarde y se sentía totalmente agotada. Cogió un taxi para volver al hotel y subió a su habitación.

Roald Dahl - El gran cambiazo
Buscó hojas de afeitar en el armarito del cuarto de baño. No había ninguna. La maquinilla de Ed seguía allí y la suya también. Pero ninguna de ellas tenía hojas y no había ningún paquete por allí. Era comprensible. Las cosas de aquel tipo habían desaparecido de la casa en una ocasión anterior. Pero eso no representaba ningún problema. Cualquiera podía comprar un paquete de hojas de afeitar.

Roald Dahl - El gran cambiazo
No tardé mucho en encontrar la carretera principal de Ismailia y, en cuanto la cogí, puse el Lagonda a sus buenos cien kilómetros por hora. La carretera era angosta, pero el firme era liso y no había tráfico. El país del Delta se extendía a mi alrededor, lúgubre y desolado bajo la luz de la luna, los campos llanos y sin árboles, canales de regadío entre ellos y el suelo negro, negrísimo, por doquier. Resultaba indeciblemente sombrío.

Roald Dahl - El gran cambiazo
La porcelana china era otra de las cosas que interesaban a Oswald y se le tenía por una especie de autoridad internacional en la materia. Los jarrones azules del período Chin Hoa le inspiraban un amor especial y tenía una colección reducida pero exquisita de piezas de dicho período.

Roald Dahl - El gran cambiazo
Si se la considerase exclusivamente como la crónica de las aventuras amorosas de un hombre, entonces es indudable que no hay nada que se le pueda comparar. A su lado, las memorias de Casanova son como una hoja parroquial y el mismísimo y famosísimo amante, comparado con Oswald, se nos aparece como un hombre con unos apetitos sexuales decididamente adormecidos.

Kenneth Grahame - El viento en los sáuces
El Topo, inmóvil y sin aliento, dejó de remar mientras el sonido acuático de aquella flauta lo cubría como una ola y lo hechizaba. Vio las lágrimas correr por las mejillas de su compañera, inclinó la cabeza y comprendió. Permanecieron así durante un rato, acariciados por las primaveras violetas que bordeaban la orilla. Luego la clara y autoritaria llamada que acompañaba la melodía embriagadora impuso su voluntad sobre el Topo, y éste se inclinó de nuevo mecánicamente sobre los remos. Y la luz se.

Kenneth Grahame - El viento en los sáuces
-Se ha ido -suspiró la Rata, hundiéndose de nuevo en su asiento-. ¡Tan hermoso, y extraño, y nuevo! Para que acabara tan pronto, casi hubiera preferido no oírlo. Porque ha despertado en mí un anhelo casi doloroso, y nada vale la pena, excepto oír de nuevo aquel sonido, y seguir oyéndolo para siempre. ¡No! ¡Ahí está otra vez! -gritó irguiéndose de nuevo.

Kenneth Grahame - El viento en los sáuces
A menudo estoy más tiempo dentro del agua que fuera de ella. No pienses más en ello. Y además, yo creo que tendrías que venir a pasar conmigo una temporadita. Es una casa muy sencilla, ¡no como la Mansión del Sapo! Aunque tú aún no has visto la Mansión. Pero, en fin, espero que estés a gusto en ella. Y te enseñaré a remar, y a nadar, y muy pronto te las apañarás en el río tan bien como cualquiera de nosotros.

Kenneth Grahame - El viento en los sáuces
La viajera era flaca, de rasgos afilados y con los hombros un poco encorvados. Tenía las patas largas y delgadas, pronunciadas arrugas alrededor de los ojos, y unos aritos de oro en sus bonitas orejas. Llevaba puesto un jersey de lana azul descolorido, igual que los pantalones, que estaban bastante sucios y llenos de remiendos, y sus escasas propiedades iban envueltas en un pañuelo de algodón azul.

Adolfo Aristarain y Kathy Saavedra - Martín (Hache)
Eso de extrañar, la nostalgia y todo es eso, es un bálsamo. No se extraña un país. Se extraña el barrio en todo caso, pero también lo extrañas si te mudas a 10 cuadras. El que se siente patriota, el que cree que pertenece a un país es un tarado mental. La patria es un invento. Qué tengo que ver yo con un tucumano o con un salteño. Son tan ajenos a mí como un catalán o un portugués. Estadísticas. Números sin cara. Uno se siente parte de muy poca gente.

Haruki Murakami - Kafka en la orilla
Porque, cuando nos enamoramos, todos buscamos en la persona amada una parte de nosotros que nos falta. Por eso, al pensar en esa persona, siempre nos ponemos en mayor o menor medida tristes. Nos sentimos como si volviéramos a pisar una habitación añorada que habíamos perdido hace muchísimo tiempo. Es natural. Esa sensación no la has descubierto tú. Así que mejor no intentes patentarla.

Ryu Murakami - Azul casi transparente
Los rasgos de su cara estaban difuminados, como el sol a través de una sombrilla, cuando estás tendido en la playa, en verano. Tenía una sensación como de haberme transformado en una planta. Plegando mis hojas grisáceas al anochecer, sin florecer jamás, solo esparciendo esporas con el viento, una planta tranquila, como un helecho.

Ryu Murakami - Sopa de miso
No sé por qué me vino este pensamiento en un momento como ese, pero pensé: "Sí que de verdad parece un americano". Los americanos, como los españoles, han masacrado a millones de indios, pero no creo que fuera tanto por maldad como por ignorancia. Y a veces es más difícil tratar con la ignorancia que con la maldad deliberada.

Bartolomé de Judea - Increíble
Increíble. No me puedo creer que hayas sido tan desgraciado. El pobre hermano no entendía nada, solamente había seguido las estrictas instrucciones. Solo tenías que limpiar el cristal con cuidado, no era necesario presionar la gasa. El cristal tenía un importante arañazo, pero era tan grueso que no parecía importante. El pobre hermano se fue sollozando tras el pellizco que le fue proporcionado como castigo.